MUSEO CATEDRAL DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

Panteón Real de Compostela

LA ALIANZA DEL REGNUM Y EL SACERDOTIUM PARA LA CONFIGURACIÓN DE UN TEMPLO NACIONAL

El apoyo de la monarquía fue fundamental para la consolidación del sepulcro apostólico y para la construcción de la catedral compostelana. De este modo, de la colaboración estrecha entre reyes y prelados, surgieron los principales proyectos relacionados con la catedral, desde la confirmación del hallazgo de la Tumba apostólica a la construcción de las primeras basílicas y, por fin, a las diferentes fases por las que pasó la catedral románica.
En 1168, Fernando II concedió una generosa pensión vitalicia a un enigmático Maestro Mateo por la dirección de las obras de la catedral. Mateo debía terminar la construcción del templo, iniciado un siglo antes por su extremo oriental y, al mismo tiempo, preparar el edificio para la solemne ceremonia de consagración, que tendría lugar en 1211. Precisamente, en ese momento, el rey Afonso IX (a quién en realidad le correspondería llevar el VIII) dotó una capilla de carácter funerario, situada en el extremo norte del transepto, en la que se hallaban los sepulcros de sus antepasados, entre ellos, su padre Fernando II y su abuela Berenguela.

Aunque ese momento supone la creación institucional de La Capilla de los Reyes, como aparece citada en la documentación de la época, el proceso de configuración de un Panteón Real en Compostela, capital espiritual del reino galaico-leonés, venía de tiempo atrás. En época del Arzobispo Gelmírez, la sede compostelana vivió un período de esplendor en el que avanzó notablemente la construcción de la catedral y, al mismo tiempo, se consolidó convirtiéndose en Metropolitana. Santiago canjeó en foco cultural y político y, en eso, el papel desempeñado por el prelado tuvo una importancia fundamental.
A su muerte en 1107, Gelmírez trajo a la catedral, entonces en obras, los restos de su amigo Raimundo de Borgoña, conde de Galicia junto con su esposa, la futura reina Urraca. Fue el primer enterramiento Real en la catedral. Más adelante, Afonso VII mostró en varias ocasiones su deseo de descansar aquí junto a su padre, aunque finalmente fue enterrado en Toledo; pero antes, en 1149, sí ordenó que se trajeran a la catedral los restos de su esposa Berenguela. Por fin, a su muerte en 1188,

se cumplió el dispuesto por Fernando II y fue enterrado en la catedral, creándose, de facto, el Panteón oficialmente configurado en 1211 por su hijo Afonso IX, quien también habría de enterrarse en la Capilla tras su muerte, mientras peregrinaba a Compostela, en 1230. Fue el final de los reinos de León y de Galicia, que acabaron unidos al de Castilla en la figura de Fernando III y, también, de un período fundamental para la historia de Galicia y de su catedral.
La Capilla de los Reyes permaneció en su sitio hasta su traslado, en 1535, a una nueva localización en el edificio claustral, donde un siglo después también se creó la Capilla de las Reliquias, con la que los sepulcros reales comparten espacio desde entonces. En el proceso de traslado la esta localización y en el tiempo transcurrido desde entonces, acontecieron diversas situaciones que provocaron cierta pérdida en la memoria del Panteón Real y los personajes que lo ocupan, sobre los que se expusieron algunos interrogantes.

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